9.3.07

XXX) La Necesidad de una Esfinge

Muy lejos, muy lejos del Nexo de Puertas donde trabaja el Pistolero, existe otro muy diferente (hay investigadores de Irrealidad que sostienen que hay infinitos de estos nexos, que de hecho forman la estructura que sostiene Irrealidad, pero no es ahora el momento de hablar de ello).

Exactamente seis Puertas se abren a ese lugar. Cuando alguien entra, lo primero que ve es un haz de luz blanca cónico que cae desde algún punto indeterminado sobre un solio. El solio está fabricado con cuatro bloques de piedra o metal exquisitamente pulidos (tanto que no se distingue si es lo uno o la otra). En él se sienta un robot de apariencia humana, brillante y pulido como el solio, quizás hecho del mismo material.

Nunca se ha dado el caso de que se abra más de una Puerta a la vez allí. Cuando alguien entra, el robot sentado en el solio comienza a tamborilear con la mano izquierda, el resto del cuerpo permanece inmóvil.

Tarde o temprano pasa algo de lo siguiente:

a) Quien ha llegado abandona el lugar por alguna de las Puertas.

b) Toca el solio, o el robot, o ambas cosas. Trata de llevarse un trozo de dedo, sin éxito, como prueba de su descubrimiento. Se va.

c) Habla.

Si la criatura visitante goza de tal capacidad, ésta última opción se convierte rápidamente en pregunta. Normalmente "¿quién eres?" o, todavía más fútil, "¿quién te construyó?". El robot seguirá tamborileando en ese caso, y por tanto las opciones a) o b) terminarán por ser elegidas.

Cuentan, sin embargo, que una vez cada mil años (según el cómputo de Realidad), alguien llega y hace una pregunta que el robot sabe contestar. Puede que se trate de un Emperador abrumado por las incertidumbres, o de un chamán acostumbrado al trato con seres irreales, o de un niño, que son los que albergan más necesidad de saber. En cualquier caso el robot detiene sus dedos al instante, gira el rostro (que no contiene ojos ni nariz ni boca ni orejas) hacia quien habla, y contesta en voz alta y clara y en el idioma del inquisidor.

Las respuestas más probables, según lo que cuentan, son:

-Desde mi perspectiva omnisciente, que tu pueblo muera de hambre, en una guerra para date más poder a ti, o de puro viejo y apático, es algo irrelevante para Realidad. Nada hay de terrible ni de especial en ello salvo para vosotros, pues todo ser vivo es finito, insignificante, prescindible. Tu preocupación, sin embargo, no desaparecerá, ya que es parte de tu finitud el preocuparte por cosas finitas e insignificantes.

-Mucho de lo que tú llamas verdad no existe salvo para cada cual, y dentro de cada cual y desde su perspectiva, no es menos absoluta que todas las demás, ni menos defendible. Así pues encontrarás quien defienda algo y quien defienda lo contrario, y no podrás decidir quién lleva razón salvo que examines la cuestión desde tu punto de vista (aplicando así tu propia verdad), porque si tratas de comprender los motivos y causas de cada uno encontrarás que desde sus respectivos puntos de vista, ambos tienen razón.

-Los occidentales se besan, los esquinales se frotan la nariz, los arturianos arriman sus elúnculos izquierdos, los veganos se miran durante un egohat, hay pequeñas criaturas de la luna verde de Yo-la que se unen cinco en un kérgamo. Lo que tienen en común todos los besos es la necesidad del vivo de notar en su propia carne que no está solo en la Realidad, que su verdad puede solaparse durante un momento con la de otro, que el subjetivismo puede tener fallas.


-Hay una forma interesante de clasificar a los seres: aquéllos que toman decisiones y los que no son capaces. Los primeros están obligados a asumir sus fracasos y sus éxitos, y sufren por la responsabilidad. Los segundos asumen que sus fracasos y sus éxitos son culpa exclusiva de los demás, por lo que sufren a causa de los zarandeos del universo y están siempre quejándose. En general, sólo los primeros son razonablemente felices, pues su sufrimiento les es comprensible.


Evidentemente todas estas respuestas tienen como debilidad que el transformarlas en reflexivas (volcarlas sobre el robot) produce contradicciones. El robot, por supuesto, no está ahí para hablar de él mismo, así que sólo el silencio responderá cuando se le pregunte, por ejemplo, cómo puede ser que, siendo omnisciente, no sea omnipotente y haya de permanecer unido al solio, o cuando se le pida que se incluya en uno u otro tipo de ser (con voluntad propia o no), o cuando se le dé un beso.

Quizás el robot está ahí sólo para observarlo todo desde su nexo de Irrealidad, acumulando sin cesar conocimientos sobre los vivos, y quizás por eso ha sido capaz de extraer pautas y estructuras donde sólo vemos azar, e incluso haya podido encontrar sentido a lo que llamamos vida.

Sea como sea, y sea lo que sea, el robot continuará allí por siempre. Puede que sus respuestas logren cambiar a alquien, o todo lo contrario. Lo único completamente cierto es que el visitante terminará dejando de escuchar, tomará alguna Puerta y se irá, pues una sóla vida es finita y no da para encontrar o asimilar siquiera la mayoría de las respuestas.

Si es que realmente podemos considerar que tales cosas existen.

8 comentarios:

Felideus dijo...

Una esfinge robot de lo más sugerente :)

Jafma dijo...

Gracias :-)

escritor1 dijo...

Fascinante Esfinge, desde luego.
Por cierto, busco una pequeña criatura de la luna verde de Yo-la par completar mi kérgamo. ¿Alguien sabe dónde puedo encontrarla? Voyeurs abstenerse...
;-)

Jafma dijo...

No sé yo si te gustaría del todo estar en un kérgamo. Los de Yo-la consideran el amor desde una perspectiva un poco demasiado... gore :-)

escritor1 dijo...

¡Ah! ¿Lo dices por experiencia?
;-)

Jafma dijo...

Nah, voyeur que es uno :-)

Doris Day dijo...

Cómo envidio tu capacidad para describir tan claramente muchas cosas que yo sólo entreveo...

Jafma dijo...

Gracias; globalmente esa envidia se anula con otras mías :-)