15.2.07

XXVII) Cinco rosas

Una rosa junto a la Puerta del Hastío creció. Tembló mientras el tallo negro se deslizaba a través de la capa superficial de Cenizas de Cariño, débil (por falta de alimento) y frágil ante el amargo aliento de la soledad, que frecuentemente murmuraba cerca de aquella Puerta. Pero la rosa se mantuvo erguida apoyándose en la jamba de piedra sucia y descuidada, y así continuó creciendo. Y justo, justo, ni un momento antes ni uno después, cuando yo pasaba por allí, se abrió aún más, negra, y así la tomé entre los dedos porque señalaba el umbral que tenía que atravesar, y lo crucé, y al otro lado era roja de sangre porque había mucha luz.


Una rosa encontré en la Puerta Amurallada. Tenía espacio suficiente para crecer, y el humus era rico allí, pero una zarza negra cuyas espinas crecían todas hacia fuera la había rodeado pensando que así la protegía (la verdad era que las flores de las zarzas no son tan hermosas y por eso quiso apropiarse de aquélla). Rebusqué entre mis ropas y no llevaba herramientas ni guantes, así que tuve que apartar la zarza con las manos, y me herí, y sangré, y en muchos momentos tuve dudas y pensé en abandonar, pero al fin me encontré que había llegado hasta la rosa y la tomé, y entonces me di cuenta de que yo era muy pequeño y estaba aislado por la zarza, que trataba ahora de protegernos a los dos a costa de herir a quien se acercara, así que escapé de allí porque yo no era una rosa que estuviera atada al suelo, recuperé mi forma y atravesé la Puerta con mi flor, y ya no tuve que servirme de la defensa de ninguna zarza nunca más porque llevaba a mi rosa conmigo.


Una rosa cerca de la Puerta del Nexo había, y la rosa estaba cerrada, como cansada y mustia, y eso era porque muchos habían llegado allí y, en lugar de detenerse a preguntarle qué había al otro lado, la habían ignorado (o ni se habían fijado que había una rosa allí). Casi todos los que lo hicieron terminaron jugando al terrible juego que les propuso el Pistolero, pero eso se ha contado ya en otro lugar. Aquí sólo diré que yo sí vi la flor, y que antes de tomarla entre mis dedos aspiré su perfume, y que tanto me agradó que me la prendí de la solapa, y lo primero que me dijo fue: "no cruces", y así lo hice, y ahí la llevo siempre y por eso es que sé lo que he de hacer en cada momento, porque esa rosa ignorada por tantos tiene el don de saber distinguir lo que es correcto para mí de lo que no.


Una rosa de grandes espinas tomaba el sol junto a la Puerta Frágil (una preciosa obra de arte tallada en jade lechoso). Aunque sus espinas verdes rozaban el jade, sorprendentemente no lo arañaban. Entonces tuve una idea: tomé la rosa con la mano bien abierta, del tallo, y cerré los ojos durante unos segundos mientras apretaba para llevármela. Mi intuición se confirmó: ningún daño sufrí. Supe así que se trataba de una Rosa Ligada, así que me la llevé de allí y, siempre que alguien me inflige daño sin que me dé cuenta (no sólo duele lo que ves), ella me avisa, pues sangra y llora en mi lugar ya que siente todo lo que yo siento.


Una rosa junto a la Puerta del Abandono yacía, y la tierra era mala y la lluvia escasa, y estaba a punto de languidecer y convertirse definitivamente en otra cosa. Quise llevármela de allí, pero corría el riesgo de que pereciera en mis manos.

Me fui. Pero sabía que aquélla era la última rosa que encontraría.

No me quitaba esa rosa de la cabeza.

Regresé, e intenté llevármela de nuevo, pero no me atreví.

Mi destino me llevaba una y otra vez a esa rosa, pero yo nunca tenía el valor de arrancarla; hasta que un día volví y ya no me fui. Construí a su alrededor un jardín, traje tierra de otros mundos, mucho más fértiles, y la dispuse bajo ella. Le pedí a la lluvia uno de los pocos favores que he pedido nunca, y ésta dejó caer tres gotas, grandes, repletas, sobre la rosa. Esperé. Cuando comenzó a abrirse de nuevo me miró y contempló la casa que había construido allí cerca (que había obstruido para siempre la Puerta del Abandono), y por eso supo que me quedaría allí, y se abrió mucho más y creció fuerte, y desde entonces vivimos juntos.

Hay veces que al despertar siento los pies algo entumecidos, como si hubiera raíces que se introdujeran en el suelo bajo mis pies. Siento la dulce caricia de la tierra, y si me concentro, puedo ver que mis raíces imaginarias pueden tocar las de la rosa que me acompaña, y llegan a los sitios donde tomé todas las demás rosas, pues todas son la misma planta. Entonces siento la verdad de algo muy sencillo pero que me llena: aquí vivo, aquí estoy, y aquí pienso seguir, sintiendo el sol en la cara y quizás de vez en cuando una gota de lluvia grande y repleta que nos alimente.

6 comentarios:

Doris Day dijo...

Universe begins with UNI :)

Jafma dijo...

O cómo resumir 800 palabras en 4 de manera perfecta :-)

Felideus dijo...

Muy, muy bonito :)

Jafma dijo...

Asias :-)

miel dijo...

... :)

Jafma dijo...

Bienvenida :-)