20.10.06

X) Flor de Hadas

Sí, por qué no. Lo explicaré aquí a pesar de mi estado. Apretaré con fuerza el lápiz. Agarraré entre los espasmos de mi mandíbula el cuaderno. Te mostraré el secreto.

Muchos creen que la flor de hadas crece sólo en ciertos bosques, junto a ciertos árboles, bajo ciertas sombras, dentro de ciertas oquedades, visible a ciertas mentes (de niños en especial), sensible sólo a ciertos vientos suaves cuando soplan en cierta dirección, y alimentándose de gotas de lluvia que caen con cierta fuerza cargadas de ciertas sustancias invisibles de ciertos océanos oscuros del mundo.

No es cierto. No es cierto. No es cierto.

Es la flor de hadas esquiva, vaporosa y multiforme. ¿Es esa sustancia viscosa y verde que bebes aromatizada el néctar de la flor? No te engañes urdiendo el esbozo de una negativa. ¿Lo es el fruto de la combustión de esa materia seca y peligrosa que manipulas entre tus dedos? No hay duda. ¿Podríamos negar que es otra forma la que toma cuando se pulveriza en esa arena blanca más fina que la de cualquier playa y que corroe tu nariz? Sólo en la más absoluta de las inaniciones mentales podríamos atrevernos. ¿No es acaso tan leve como el aliento de un beso que se engancha a tu corazón quedando prendido al otro extremo sólo de los labios del otro, para mayor debilidad tuya? ¿No pueden ser precisamente su trasunto esos labios, tanto como su capacidad para mandarte al más hondo de los abismos con un sólo "no", esa boca?

Cuidado, amigo, si después de leer estas notas te internas entre los muslos de un antiguo robledal de cortezas húmedas y gruesas salpicadas de húmedo musgo y fermentado, en busca de la preciada gema de pétalos blancos (tres; siempre) lanceolados. Cuidado, amigo. Pues en el sendero que tú adivinas oculto y misterioso es posible que roces delicadamente el jugo de alguna telaraña y sea éste el que te atrape con la Magia. O te lleves los dedos a los labios descuidadamente tras haber buscado un machete olvidado en casa y oxidado en los entresijos de tus bolsillos que casualmente se hallan salpicados de sustancia estupefaciente, y sea ésa la forma en que la verdadera flor llegue a tu cerebro. Es posible que apoyes la frente cansada en un pañuelo cansado de limpiarte el sudor y sean los poros de tu piel los que reciban anhelantes la sublimación del alcanfor prohibido y los que la lleven hasta tu cerebro directamente sin más intermediarios, y entonces, ¿qué? ¿Aún pensarás que fracasaste porque has llegado a Irrealidad sin haber encontrado la llave que buscabas, de pétalos blancos (tres; siempre) lanceolados y cortos tallos peludos?

Cuidado, amigo, con dejarte atrapar por una música descorazonadora y afilada, aunque no te halles en el robledal. Cuidado, amigo, con dejarte atrapar por la mirada de ella, aunque sólo puedas ver eso. Cuidado, amigo.

Es inútil que busques la flor de hadas. La flor te encuentra de muchas formas a ti, es su trabajo. Pero ella es una invención, como lo es el pensamiento, la historia o el lenguaje. Existe, la hemos nombrado, pero ¿en qué queda la existencia cuando nos movemos por la frontera de Irrealidad?

Escribo pues estas notas para avisarte a ti, ser distorsionado que las lees sin creer demasiado en un poder que no puedes tocar; las escribo bajo los efectos de la flor de hadas, de una flor de hadas que tomó una forma que no alcanzo a haber visto, seguramente carente de sus pétalos blancos (tres) lanceolados, sus cortos tallos peludos y sus raíces endebles y pálidas. No sé dónde aspiré su polen, ni cuándo me rocé con sus delicadas membranas; si fue un insecto de la umbría, un canto dudoso en el aire de la mañana o un camino de gotas de rocío el que me llevó a ella. Sólo sé que he caído al suelo camino de la asfixia, y entre bocanada y bocanada de aire que trabajosamente trato de llevar hasta mis alveolos, consigo trazar estas líneas temblorosas en el papel. Para que tú las veas por si yo no consigo volver a hacerlo. Para que pienses en la búsqueda mágica que te dispones a emprender y lo reconsideres bajo la óptica de la más absoluta irracionalidad. Para que tiembles.

Para que tengas miedo.

Para que sientas.

Para que vivas.

Para que te mortifiques porque yo llegué antes.

Para que te rías de mi fracaso último.

Para que lo olvides.

He dado mi secreto: la flor de hadas está en todas partes y en ninguna. Ahora harás el favor de desperdiciarlo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ey, yo juraría que dejé un comentario! En fin, bueno, la cuestión es que es maravilloso. Y me ha encantado el concepto de Flor de Hadas.

Besiños

escritor1 dijo...

De nuevo genial, tocayo. Tu Phauna ya es todo un muestrario de exquisiteces. :-)
Por cierto, ¿no se comercializa este último concepto? ¡Flor de Hadas! Yo quiero un frasco...

Jafma dijo...

Muchas gracias a ambos :-) (esto de haberme quedao sin internete en casa y no ver los comentarios hasta el lunes es un rollo...)

Me temo, tocayo, que la esencia de flor de hadas no se comercializa. Imagínate a to el mundo chutao por ahí viendo cosas irreales... Bueno, ahora que lo pienso tampoco habría mucha diferencia con ahora :-)

Felideus dijo...

"Imagínate a to el mundo chutao por ahí viendo cosas irreales..." Los lunes en la oficina, vamos :P

Muy bueno, el relato :)

Jafma dijo...

O yo recién levantao :-)

Gracias :-)

escritor1 dijo...

O yo recién nacido... y dura todavía, ein.